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J. A. MARRAHÍ
Lunes, 14 de agosto 2017
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valencia. «Había niños pequeños de 4 años en adelante y empezaron a escucharse insultos muy duros», describe un testigo. «¿Y cómo acabas? ¡Pues muerto!», rapeaba uno de los participantes. «¡Gilipollas!», escupía otro, micrófono en mano, entre versos callejeros sazonados con algún que otro sonoro «hijo de puta» o un amenazante «¡cabrón, te mando al cementerio!».
Como ya sucedió en Cullera hace poco más de una semana, el alcalde de San Antonio de Benagéber, el independiente Enrique Santafosta, tuvo que cancelar ayer una batalla de 'gallos' programada en las fiestas patronales, en la plaza del pueblo, en medio de protestas de familias y vecinos indignados por el lenguaje «violento y soez». Se trata de una modalidad rapera en la que uno de los participantes chulea o se enfrenta a otro con frases y rimas alternadas hasta que un jurado decide quién de los dos ha estado más inspirado.
El asunto acabó con una intervención policial y cierto desacuerdo entre algunos de los 300 vecinos que se congregaban tras cenar al aire libre. Familias con hijos pequeños desaprobaban el espectáculo organizado por el ayuntamiento e incluso telefonearon a los agentes. Otros huyeron de la plaza para cobijar a niños de los tacos, cantinelas bajunas y mensajes violentos que atronaban amplificados. Por contra, muchachos más crecidos y amantes del género musical deseaban fervientemente su continuidad.
Según Santafosta, cuando se planteó la actividad «se establecieron unas bases y se indicaba que no debían realizarse comentarios homófobos, sexistas, insultantes o violentos y cada participante aceptó estas normas». El propio alcalde volvió a insistir, ya en el escenario, en que los raperos fueran comedidos. Pero el asunto se le fue de las manos al gobierno municipal y los primeros 'gallos' se insultaron con muy poco. Con la clausura, entiende el alcalde, «no hubo censura a unos chavales que hacen rimas y dicen tacos, sino responsabilidad ante la intolerancia».
El PP local critica que el Ayuntamiento ha actuado de manera ingenua al programar una actuación con un estilo como el de las batallas de 'gallos' que, «en la mayoría de los casos, están destinadas a personas que superan la mayoría de edad o disponen de autorización paterna». Según los populares, antes del reto rapero el propio alcalde «reconoció que la actuación podía contener expresiones no adecuadas para todos». «Las familias no entendían que si en el colegio a sus hijos les enseñan a resolver conflictos con respeto, el Ayuntamiento expusiera para todas las edades actuaciones contrarias a los valores educativos» .
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