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Una violación cada tres días

Una violación cada tres días

Un centenar de agresores sexuales fueron detenidos en 2016 en la Comunitat. En un 70% de los casos se trata de parejas, amigos o conocidos de la víctima. El resto son violadores al acecho, como ‘El Chicle’ con Diana Quer

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Jueves, 11 de enero 2018

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El 'Chicle’, Antonio Anglés, Tony King... El caso de Diana Quer vuelve a traer a la palestra el problema de los delitos sexuales y, en concreto, el de las violaciones o tentativas. Es una realidad tan dolorosa para las víctimas como desconocida en sus cifras reales. Sólo los casos más mediáticos, aquellos que acaban en crimen, acaban saliendo a la luz. Sin embargo son más de un centenar las mujeres que cada año padecen el infierno de la agresión sexual en la Comunitat. Una media de una violación cada tres días.

En 2016, el último año completo analizado por el Ministerio del Interior, 130 mujeres denunciaron agresiones sexuales con penetración en la región. Son una decena de casos al mes. En la primera mitad del año pasado, se contabilizaron 54 violaciones en la región. Y es sólo la punta del iceberg de los delitos sexuales.

Durante 2016 se denunciaron unos 1.300 delitos contra la libertad sexual de toda índole en la Comunitat, con un incremento del 10% respecto al año anterior. Un millar fueron abusos sexuales. También se notificaron 52 casos de corrupción de menores y 78 de pornografía infantil.

Beatriz de Mergelina es la presidenta del Centro de Asistencia a Víctimas de Agresiones Sexuales (CAVAS). En sus 24 años de historia en la Comunitat, más de 2.000 víctimas de violaciones y abusos han recibido el auxilio de sus profesionales, tanto mujeres como hombres. Adultos y también menores.

Según su experiencia, «los casos de violadores desconocidos para la víctima», aquellos que sorprenden en la calle, garaje o patios, «no llegan al 30%». El restante 70% son agresiones protagonizadas por personas del círculo de la mujer: «Una pareja que no tolera la negativa de ella a la relación o bien algún amigo, aspirante, vecino... A diferencia de las violaciones repentinas y aisladas, los abusos sexuales «se dan mucho más en entornos intrafamiliares y empiezan a la infancia. También suelen estar implicados profesionales con acceso a menores, como monitores, maestros, animadores...».

El perfil habitual en las víctimas valencianas es el de una mujer joven de entre 17 y 35 años. Pero hay casos que se salen de esta horquilla, como el de una mujer de 81 años agredida física y sexualmente por su vecino de 30 en Valencia.

La experiencia de CAVAS muestra que las violaciones «se disparan en fiestas, ya sea Fallas, Magdalena, o las de verano en los pueblos». El horror de ‘La Manada’ también se ha repetido en tierras valencianas. «Sucedió hace tres años en las fiestas de un pueblo», recuerda la presidenta de la institución. «Tres chicos violaron a una joven de unos 20 años. No eran conocidos suyos, pero sí amigos de amigos». En otra ocasión fueron dos los agresores. « A uno de ellos le gustaba la víctima, pero la veía inalcanzable. Un día, se aprovechó de que había bebido y la forzó junto con otro amigo».

«Hay agresores socializados, con trabajo y con familia», alerta una forense

En el caso de los abusos sexuales, las víctimas habituales son menores de entre 9 y 12 años. El caso más extremo atendido en el centro es el de una niña de 2 años y medio. «Se estima que un pederasta activo, si no lo detienen antes, puede llegar a abusar de unos siete menores diferentes a lo largo de su vida delictiva».

En opinión de la experta, «se deberían destinar más recursos económicos para asistir a las víctimas después de la agresión o abuso, más profesionales para orientarlas, acompañarlas y ayudarlas a salir adelante».

Las secuelas son muchas y feroces. Estrés postraumático, negatividad generalizada ante el trabajo o las relaciones, falta de concentración, desmotivación, desconfianza, rechazo a los hombres, sentimiento de culpa... «Podría haberlo evitado, a lo mejor no tenía que haber salido ese día, igual el vestido era muy provocador» son algunos de los pensamientos erróneos que genera la víctima, «cuando en realidad la única culpa es siempre del agresor».

¿Qué se esconde tras la mente de un violador? Nos lo explica Purificación Beltrán, experta en Psiquiatría Forense y profesional del Instituto de Medicina Legal (IML) de Valencia. «Los hay que están totalmente socializados, con adecuada adaptación laboral y familiar. En otros prevalece un abuso de poder hacia menores y hacia sus parejas por la satisfacción que les genera la sumisión de sus víctimas».

Beltrán también cita los perfiles psicopáticos «con falta de empatía, sin remordimiento, sin búsqueda específica de sus víctimas». En otros casos, «son personas que han sufrido estas situaciones y las consideran como conductas aprendidas».

La forense ha conocido de primera mano el daño que padecen. «Evitan situaciones o lugares relacionados con la agresión y por eso hay graves repercusiones de cara a las nuevas relaciones sexuales consentidas». Y la marca del miedo. «La mujer suele vivir en un estado de alarma, de alerta y de defensa que va generando estados de ansiedad y de depresión».

Su mensaje es claro: «Toda víctima de una agresión sexual debe recibir ayuda psicológica y sentirse apoyada por todos los estamentos: sanitario, político, judicial... Todos debemos impedir que se sienta culpable».

Mantener la ropa y evitar limpiarse, claves para preservar pruebas

El principal consejo de los expertos para las víctimas pasa por «no lavarse, ni cambiarse de ropa y, una vez en el hospital, solicitar una revisión de un médico forense para preservar el máximo de pruebas y que todo quede en el ámbito judicial desde el principio». Así lo indican desde CAVAS. En ocasiones, la víctima queda tan hundida y desconfiada que ni siquiera encuentra fuerzas para denunciar, pero es «esencial que lo haga». «Aunque crea que no reconoce al autor o que será su palabra contra la de él hay medios policiales y científicos para lograr incriminarlo», destacan.

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