Borrar
Urgente Dani Alves, en la vista para decidir sobre su libertad provisional: «No voy a huir»
El verdadero fruto de la solidaridad

El verdadero fruto de la solidaridad

Tres familias valencianas revelan la importancia de los donativos para alimentarse, medicarse o costear tratamientos en busca de una curación

J. A. MARRAHÍ

Domingo, 12 de marzo 2017, 21:50

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Imagine a su hija adolescente retorciéndose de dolor cada noche por una maldita enfermedad casi innombrable. A un médico diciéndole con tono grave que a su niño de 7 años le quedan unos pocos meses de vida. O con un cáncer de diagnóstico tardío para el que no hay solución, divorciada y con un hijo a su cargo. No son ejemplos ficticios. Tienen nombre. Lucía, enjaulada por martirios. José David, hijo de dos luchadores en busca de esperanza. Elena, con un tumor y serios problemas económicos.

LAS CIFRAS DEL CÁNCER

  • uAtenciones. La Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) realizó 79.400 atenciones en Valencia el año pasado gracias a la solidaridad con la organización.

  • uCasos. Cada año se diagnostican 24.000 nuevos en la Comunitat. Han disminuido las tasas de mortalidad y está mejorando la supervivencia ante la enfermedad. Los de pulmón y colon son los tumores más mortales en la región.

  • uVisitas. Los voluntarios de la AECC en Valencia realizaron más de 31.000 visitas y acompañamientos a pacientes, tanto en hospitales como en domicilios.

  • uApoyo psicológico. 300 niños y sus familias recibieron el año pasado el auxilio de psicólogos especializados en oncología.

  • uMaterial. La AECC en Valencia también presta material ortoprotésico a personas enfermas, otro fruto de la solidaridad.

Son tres ejemplos reales de enfermedades reales. El rostro más honrado del sufrimiento. La contraposición más firme a los recientes casos de engaño con la pena como gancho. Para ellos la solidaridad de miles de personas supone una cerilla encendida en un túnel muy oscuro. Ya sea para un tratamiento esperanzador en Alemania, una comida adecuada a la enfermedad, lograr una máquina que traiga alivio al suplicio o, sencillamente, llegar a final de mes cuando al tumor se le suma el bolsillo vacío.

Aseguran sentir «rabia», «vergüenza» y «tristeza» al ver en las noticias casos como el de Paco Sanz o el del padre de Nadia. Y esperan, casi suplican, «que la acción de uno o dos» no emborrone la confianza y la buena fe de quienes colaboran con asociaciones o aportan donativos a familias afectadas.

Sus propuestas ante las posibles suspicacias pasan por «una transparencia absoluta», guardar facturas de gastos, «informar en todo momento de los pasos que damos con los donativos o poner la documentación médica sobre la enfermedad a disposición de quien la requiera». Algunos, como los padres de José David, no dudan en publicar fotos o vídeos de sus obligados viajes a hospitales extranjeros en busca del tratamiento más esperanzador. Los padres de Lucía, por ejemplo, abren sus puertas a quien quiera conocer cómo es la complicada vida de la adolescente.

El estallido del caso de Paco Sanz, el enfermo de los '2.000 tumores' detenido por la Policía Nacional se suma al sonado engaño mediático del padre de Nadia. Llueve sobre mojado y la sombra de la duda podría llegar a planear sobre un amplísimo colectivo: el de los enfermos y el de quienes luchan por ellos profesionalmente, desde el voluntariado o desde la colaboración benéfica. «Asco ante estafas en nombre de cualquier enfermedad». Es lo que siente Fidela Mirón, vicepresidenta en Valencia de la Federación Española de Enfermedades Raras y afectada por uno de estos males, la porfiria de Günther.

Mirón anima «a todas las personas a que conozcan el trabajo de los grupos que luchan por los enfermos» y a confiar en organizaciones asentadas. Admite que los casos de estafa destapados por la policía son «muy perjudiciales». «La mala fe y mala voluntad nos salpica en todo, pero es importante que los ciudadanos tengan sentido común. Ha ocurrido en la banca con las preferentes y no por eso dejamos de ir al banco», reflexiona.

La solidaridad con la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) hizo posible el año pasado casi 80.000 atenciones a personas enfermas. Ayudas directas a gente con problemas económicos, asistencia psicológica, acompañamientos en hospitales, estancias para padres con hijos enfermos en viajes para tratamientos... Ante las campañas de algunos padres en busca de solidaridad para sus hijos enfermos, Helena Alloza, gerente de la AECC en Valencia apuesta por «consultar primero posibles soluciones en el seno de las asociaciones, pues a lo mejor hay recursos o soluciones que existen y no se conocen» En su opinión, «la lucha personal o aislada por cualquier enfermo a veces puede llegar más lejos si va de la mano de una asociación profesionalizada».

Alloza respeta «profundamente» la búsqueda personal «muy comprensible» de cualquier enfermo o familiar en busca de soluciones a tumores en el extranjero. Pero recuerda que en España hay «un nivel muy alto en oncología médica. Lo que aquí se nos ofrece suele estar al máximo nivel que alcanza la ciencia», considera la experta.

Sólo el futuro dirá si los recientes casos de engaño reducen el grifo del apoyo social a problemas tan graves como las enfermedades raras o el cáncer. Tanto Alloza como Mirón consideran que, de momento, el sentido común y la buena fe parecen vencer a la desconfianza, sin haber detectado merma en las aportaciones solidarias.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios