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Ándres Ayuso Muñoz, el vecino de Els Poblets herido tras ser atacado por los perros, en el lugar de los hechos. :: bernat ortolà
«Los perros me tiraron a mordiscos y pensé que ya no podría salvarme»

«Los perros me tiraron a mordiscos y pensé que ya no podría salvarme»

El hombre de 69 años fue atacado en plena calle por tres de los canes que horas antes habían matado en Beniarbeig a un empresario de Ondara

B. ORTOLÀ

Miércoles, 22 de febrero 2017, 23:56

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«Estaré toda vida agradecido al joven del coche que paró para socorrerme, me salvó de milagro». Así, con la voz entrecortada, se pronunciaba Andrés Ayuso Muñoz, el vecino de Els Poblets que fue atacado por los tres perros de raza peligrosa la tarde del domingo, los mismos que mordieron al cuidador del punto de acogida del municipio, tras acabar con la vida de Luis Ángel Sala, en Beniarbeig.

Andrés pudo salvarse gracias a la ayuda que le prestó un hombre que paró su vehículo, bajó y acudió en su ayuda. El herido, de 69 años, natal de Pozuelo de Alarcón, pero instalado en Els Poblets desde hace 15 años, aseguró que «la valentía del chico fue crucial para que los animales no me matasen».

Los hechos sucedieron alrededor de las 18.50 horas, cuando Ayuso regresaba a su casa, situada en la partida Barranquets, después de realizar unas compras. A 200 metros de su vivienda, en una glorieta, divisó a los tres canes que se encontraban a poco más de 15 metros de distancia. «En un primer instante no repararon en mi presencia, parecía que iban a pasar de largo pero, de repente, uno viró y vino directo hacia mí».

Según narró, uno de los perros de piel blanca y hembra fue la primera en alcanzarle: «era la que lideraba el grupo», puntualizó.

El primer mordisco lo recibió en la pierna izquierda, que «fue el peor de todos». El animal le embistió con violencia mientras los otros dos observaban: «parecía que esperasen el momento adecuado para atacar», afirmó.

Fruto de la desesperación, la víctima intentó desprenderse del animal como pudo pero la fuerza y rabia con la que actuaba el perro se lo impidieron. Finalmente, pudo apretarle con la mano a la altura del hocico y el animal soltó de inmediato a su presa. Aunque tan sólo fue un respiro, pues a los pocos segundos le atacaron los tres canes.

Poco a poco, las fuerzas de Andrés fueron debilitándose y cedió ante el brutal ataque que estaba sufriendo. Según afirmó, «me tiraron al suelo a mordiscos, cogido por las piernas y un brazo y fue entonces cuando pensé que ya no podría salvarme», aseguró. Por suerte un hombre que circulaba en coche por la zona se cruzó en su camino «como si fuera un ángel de la guarda» y se detuvo a socorrerle.

Según Ayuso, se trataba de un chico de aproximadamente 40 años, que al ver la lucha encarnizada entre Andrés y los tres canes, no se lo pensó dos veces. Paró el coche en medio la calzada y bajó rápidamente dejando las puertas del vehículo abiertas.

Para poder parar la brutal agresión a la que los canes estaban sometiendo al vecino de Els Poblets, cogió un adoquín suelto del arcén y lo tiró contra la perra blanca: «tuvo que hacerlo un par de veces para que los animales desistiesen en sus embestidas», comentó el vecino.

El conductor indicó a Andrés que subiese al coche para poder escapar, pero éste, exaltado y aturdido se encaramó al capó del vehículo. «En ese momento no te da tiempo a pensar, solo intentas escapar para sobrevivir, no medí bien la situación e hice lo primero que se me vino a la cabeza», explicó. Nuevamente, el joven pudo disuadir a los animales y ambos pudieron subir al coche: «fue en ese momento cuando el muchacho me dijo que ya estábamos a salvo», afirmó Ayuso.

Tras conseguir librarse de los peligrosos animales, se dirigieron a las dependencias de la Guardia Civil de El Verger para denunciar lo sucedido. Según el vecino de Els Poblets, «los miembros de la Benemérita tomaron nota de las descripciones que les dimos y pidieron al hombre que me salvó la vida que me acompañase al centro de salud para que me pudiesen atender».

Los médicos tuvieron que curar más de una decena de heridas en brazos y piernas, todas ellas bastantes profundas. A pesar de ello, Andrés dio gracias de que ninguna de las dentelladas se la hiciesen en el cuello. «Creo que al aguantar de pie casi todo el tiempo fue lo evitó que me mordiesen por la parte superior del cuerpo», apuntó.

El tamaño y estado de las lesiones obligaron a los médicos a prescindir de los puntos, «me explicaron que en estos casos no se deben dar puntos porque la piel está muy hinchada», comentó Andrés ayer, tras salir de una sesión de curas en el centro de salud de Els Poblets. Desde el fatídico suceso, a Ayuso le cuesta conciliar el sueño. Aseguró que ahora «desconfía un poco» de los perros. Aseguró que fue el azar el que quiso que fuese él quién se encontrase con los animales. «Había podido pasarle a cualquiera porque segundos antes me cruce con una mujer y su bebé, si las hubiesen visto, las habrían matado», señaló.

Otro ataque

El de Andrés Ayuso no fue el único ataque que perpetraron los tres perros escapados. Horas antes agredieron a uno de los voluntarios de la asociación APAC en el punto de acogida al que fueron trasladados tras ser requisados a por la Guardia Civil.

Uno de los canes mordió en la pierna al joven cuando éste iba a darle de beber. Según indicaron desde APAC, el chico era robusto igual que el dueño de los cinco animales y «creemos que esta fue la razón por la que le atacó». Aseguraron, además, que mientras el perro estaba mordiéndole, la hembra se acercó a su cachorro y le dio un toque «para detener el ataque», explicaron. En la narración de los hechos, destacaron que el joven agradeció el comportamiento que tuvo la perra y que evitó una desgracia mayor.

Antes de este incidente, los animales habían mostrado un carácter tranquilo, «sobre todo con las mujeres, ante los hombres se mostraban un poco más violentos». Así, se explica la reacción con el voluntario que fue atendido en el hospital y permanece en casa recuperándose de las heridas.

Los miembros de APAC se sorprendieron al ir a recoger a los canes. Les habían dicho que se trataba de un cruce de labrador y sus cachorros, «de lo que nos dijeron a lo que nos encontramos, va un mundo».

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