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J. A. MARRAHÍ
Sábado, 21 de enero 2017, 00:24
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valencia. Junto con mi compañero Manuel Hernández viajo desde Madrid con nuestro BMW. Somos miembros de una escuela de drones y nos desplazamos a Vinaròs por un asunto familiar.
A las 14 horas salimos de Madrid. Cerca de Buñol nieva, pero aun se puede transitar. 17 horas. Nos paramos y ahí nos quedamos. Camiones, coches... Mantenemos los motores encendidos pero empieza la preocupación y los desconectamos para no consumir gasolina. Va para largo y cada vez nieva más. Llamo varias veces a la DGT y salta un contestador automático. Pruebo con la Guardia Civil y tampoco logro hablar.
Pasan las horas y nadie llega. Cae la noche y se acumulan 15 centímetros de nieve en la carretera. Un grado bajo cero. Consulto a camioneros por si hay noticias por emisora. Empezamos a tener hambre, sed y frío... Nos sentimos abandonados en una carretera fantasma. La gente sale del coche y salta la mediana para hacer sus necesidades entre los setos.
Consuela la solidaridad de camioneros. Se acercan a otros conductores por si necesitan comida o hay niños con problemas. A ratos, iluminan con sus luces para romper la oscuridad.
Dos de la mañana. Vemos al primer Patrol de la Guardia Civil. Remolca a un camión para romper el atasco. Pedimos una pala a un camionero y empezamos a quitar nieve frente al coche para crear una salida. Estamos de humedad hasta las cejas y con los pies helados 04.30 horas. Unos guardias nos empujan y, al fin, empezamos a avanzar.
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