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Luis Candela
Jueves, 8 de diciembre 2016, 01:13
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Los vecinos de Rincón de Loix contuvieron la respiración durante horas mientras advertían cómo la Policía Nacional tomaba el barrio de Benidorm la tarde del 26 de noviembre de 2015. En torno a las dos, un grupo formado por tres ciudadanos malienses acudieron a casa de un colombiano, en la calle Ramón y Cajal, con quien debían saldar cuentas. La operación acabó tan mal que los africanos huyeron de la vivienda, dos de ellos gravemente heridos supuestamente acuchillados por el padre del morador del piso, muriendo minutos después uno de ellos, de 39 años, cerca del cuartel de la Guardia Civil de Altea, hasta donde escaparon en busca de refugio.
Ahora, un año después de iniciarse la investigación, el Ministerio Público reclama una pena de 32 años entre rejas para los cuatro supervivientes de la reyerta acusados por delitos de asesinato consumado y asesinato en grado de tentativa. Será un jurado popular el que determine la culpabilidad en los hechos de los presuntos implicados en la violenta pelea entre bandas y sus turbios negocios de droga, según apuntan las pesquisas llevadas en el sumario. No obstante, ninguno de los sospechosos ha confesado que se tratara de un desencuentro por narcotráfico.
Según recoge el representante del fiscal en su escrito provisional de acusación, los tres africanos se habían citado en casa del colombiano, un joven de 24 años de edad, a realizar una transacción económica «cuyos detalles se desconocen». Lo que no sabían los malienses era que el morador de la vivienda no se encontraba solo. Su padre, un hombre de 44 años, se ocultó en una de las estancias por si la operación se torcía. Así sucedió pocos minutos después de iniciarse la reunión, por lo que el chico tuvo que escapar de su casa saltando por uno de los balcones del primer piso. Antes de huir, alertó debidamente a su padre.
Los supuestos asaltantes, que pensaban que se habían quedado solos, salieron corriendo por el pasillo para abandonar la vivienda. Según la Fiscalía, allí les esperaba en presunto asesino armado con un cuchillo de cocina, quien asestó tres puñaladas, dos en el pecho, a uno de los malienses y también tres a otro de ellos, en la misma zona del cuerpo.
En medio del baño de sangre, los agredidos emprendieron la huida en coche hacia la vecina localidad de Altea. Buscaban refugio y asistencia sanitaria para los heridos, por lo que pensaron que la Guardia Civil les podría auxiliar. Los acusados tomaron la carretera N-332, vía que tuvo que ser cortada al tráfico al quedar en medio de la misma el vehículo de los reos. El herido de mayor gravedad murió a causa de las lesiones en el tórax antes de que pudieran salvarle la vida.
El procesado, que quedó ingresado en el Hospital de La Vila Joiosa, pudo recuperarse de las cuchilladas 68 días después de la batalla entre clanes. Así, el representante del fiscal reclama al resto de coacusados que le indemnicen con 15.150 euros por las lesiones y las secuelas.
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