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La víctima, Adriana Oliveira, junto a su marido, en una fotografía reciente.
Una mujer fallece por una infección tras morderle un gato callejero en Turís

Una mujer fallece por una infección tras morderle un gato callejero en Turís

El marido de la víctima denuncia ante la Guardia Civil que el ayuntamiento no ha resuelto la invasión de felinos en su chalé pese a su reclamación

J. A. MARRAHÍ

Jueves, 8 de diciembre 2016, 19:52

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Los ojos de Carlos Roberto Iranzo se empañan al alzar la vista y ver, en una vitrina de su casa, la urna que contiene las cenizas de su esposa. Adriana de Oliveira Amaral, una brasileña residente en Turís, falleció a finales de octubre con 42 años por una grave y repentina infección tras la mordedura de un gato en su chalé de la localidad valenciana. El certificado de defunción del Hospital de Manises, al que ha tenido acceso este diario, lo registra con clardidad: «sepsis grave de origen no filiado a causa de mordedura de gato».

«Y lo más doloroso es que esto se podría haber evitado», clama el vecino de Turís. Según ha denunciado ante la Guardia Civil de Chiva, alertó al ayuntamiento hace dos años de que multitud de gatos callejeros campaban día tras día en busca de comida de los dos contenedores de la entrada de su parcela. Y también invadían la vivienda.

«Me entregaron un oficio firmado por la alcaldesa explicando que en quince días tendría el problema resuelto. Prometía reubicar los contenedores. Han pasado dos años y tanto gatos como contenedores siguen en el mismo sitio», expone. Las llamadas se sucedieron «sin solución al problema». «Y ahora mi mujer está muerta por un gato», concluye.

Carlos, un brasileño con raíces valencianas y radiólogo jubilado, llevaba 14 años casado con Adriana y más de una década residiendo en la urbanización Cañapar de Turís. Su vida dio un brusco giro el miércoles 26 de octubre. Según consta en su denuncia, ese día la mujer fue atacada por un felino de color tierra al que ya habían fotografiado tres meses antes para justificar sus quejas al ayuntamiento.

«Se lo encontró en la encimera al abrir la puerta de la cocina y le mordió en el brazo derecho». Como la lesión no parecía un asunto grave, se curó en casa con agua, agua oxigenada y yodo. Al día siguiente, Adriana pasó el día con normalidad, pero el viernes todo se complicó. Se puso con 38,5 de fiebre y acabó desplomándose en su habitación. Siempre según la denuncia, Carlos alertó al centro médico de Turís y los médicos que se desplazaron activaron un protocolo de ictus.

Una vez estabilizada, evacuaron a la mujer al Hospital de Manises. Allí fue sometida a varias pruebas, entre ellas un TAC y análisis de sangre. Pero Adriana empeoró. Sufrió dos paros cardiacos tras los que lograron reanimarla. El tercero ya no lo superó. Finalmente, una médico del centro certificó su muerte el sábado 29 de octubre por una razón diferente al ictus: una sepsis, como causa inmediata, y la mordedura de gato, como causa intermedia.

Este mal, conocido también como septicemia, se produce cuando el sistema inmunológico produce una reacción ante organismos infecciosos desmesurada o superior a lo que sería deseable. Esta respuesta adversa acaba afectando a órganos vitales hasta producir la muerte.

El mismo día que la víctima se desplomó en su casa, el gato que le mordió apareció en el garaje y Carlos decidió retenerlo «por si atacaba a otros vecinos». Tras la muerte de Adriana informó a la policía de que tenía al felino encerrado. «Se presentaron dos agentes de la Guardia Civil, me informaron de que la policía local se haría cargo y al abrir el garaje para verlo, el gato escapó en estampida». En los días siguientes, la policía local colocó cepos para capturarlo. No fue posible hasta el martes, cuando gracias a las fotos del animal tomadas por Carlos una vecina lo identificó en su parcela.

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