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¿Tots a una veu?
EL MIRADOR

¿Tots a una veu?

La Comunitat Valenciana celebra hoy un 9 d’Octubre marcado por la infrafinanciación, pero también por la desconsideración con la que el Consell trata a sus ciudadanos más meridionales

Pedro López

Domingo, 9 de octubre 2016, 01:31

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El Consell sigue en su campaña de denuncia de la infrafinanciación que sufre la Comunitat Valenciana por parte del Estado central, una situación que se remonta a los albores de la creación de la España de las autonomías. Ximo Puig encabezó esta misma semana una nutrida expedición a Madrid para escenificar en la capital del Reino el «hartazgo» de esta región. El jefe del Consell estuvo acompañado de todos los consellers, algunos alcaldes, rectores, empresarios, sindicalistas... También se sumaron al acto representantes de la sociedad civil llegados desde otros puntos del país, como Juan Rosell, presidente de la CEOE. El gran ausente fue el PPCV, que no quiso salir en la misma foto que Puig, Oltra, Ribó o Echávarri. No solo eso, los populares incluso han pedido a socialistas y nacionalistas que expliquen los gastos del viaje de altos cargos a Madrid: «Queremos saber qué ha costado la fiesta de Puig y Oltra», ha dicho Eva Ortiz.

Está bien que el Consell insista en su exigencia de más dinero, pero parece evidente que los resultados no están siendo los deseados. Para empezar, las aportaciones del Estado a la Comunitat solo aumentaran cuando se acometa una reforma completa del sistema de financiación autonómica, y ese es un melón que en estos momentos nadie quiere (o puede) abrir. En segundo lugar, los problemas de la Comunitat Valenciana no están en la agenda política nacional, completamente monopolizada por la situación del PSOE, las negociaciones para evitar las terceras elecciones, la carrera secesionista de Cataluña, la formación de gobierno en el País Vasco...

La respuesta de Antonio Beteta, secretario de Estado de Administraciones Públicas, al acto reivindicativo de Madrid fue contundente, tanto que pecó de soberbio: «Yo no atiendo a mítines, que vengan a mi despacho y nos den papeles».

Con este panorama, el 9 d'Octubre que hoy celebramos llega en un momento complicado. Por un lado, la falta de financiación impide al Consell poner en marcha con la efectividad deseada buena parte de las iniciativas adoptadas, sobre todo en materia de Educación. Por otro lado, muchas de estas iniciativas, también en la parcela educativa, han creado un malestar enorme en todas las comunidades implicadas: madres y padres, docentes, alumnos, centros concertados, diputaciones...

Otras promesas realizadas durante la campaña electoral del año pasado, como la reapertura de RTVV, siguen sin hacerse realidad. Con razón ayer Puig dijo que «nunca más» dirá una fecha para la apertura de la nueva televisión autonómica, por lo que pueda pasar con las presiones de uno de sus socios en el Pacto del Botánico.

Y mientras, al mismo tiempo que Ximo Puig no se cansa de pedir más dinero para la Comunitat Valenciana, se olvida de nuevo de la provincia de Alicante. El lema de este 9 d'Octubre -'Tots a una veu'- resulta cuanto menos paradójico desde estos lares. En las comarcas más meridionales de esta región, que también existen aunque parezcan no tener voz, se asiste con atónita incredulidad a algunas de las decisiones del actual Consell. La última, ya anunciada por este periódico hace unos meses y confirmada ahora, es que ni el campo de Elche ni el de la Vega Baja recibirán un euro de las ayudas rurales que concede la UE y distribuye la Generalitat.

De los 27 millones de euros que llegarán a la Comunitat Valenciana procedentes de fondos europeos, solo tres recalarán en la provincia de Alicante. La Conselleria de Agricultura justifica su decisión por el hecho de que no siempre las zonas más rurales coinciden con las más agrícolas. Probablemente, en Valencia no son conscientes de que las pedanías de Elche son las dos cosas, como lo son las de Orihuela.

Con este panorama, la Comunitat Valenciana celebra un 9 d'Octubre marcado por la infrafinanciación, sí, pero también por la permanente desconsideración con la que el Consell trata a sus ciudadanos más meridionales, a los que sigue pidiendo que vayan 'tots a una veu'.

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