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El alquiler de los barracones de los colegios cuesta 5,5 millones anuales

El alquiler de los barracones de los colegios cuesta 5,5 millones anuales

Un centro seguía ayer sin clases tras los problemas causados por el temporal, que pone en evidencia las deficiencias de las aulas prefabricadas

Joaquín Batista

Sábado, 7 de noviembre 2015, 22:20

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Los barracones proliferaron con la última explosión demográfica y la consiguiente planificación escolar, que en muchos casos no llegó a concretarse en los centros prometidos. El resultado es llamativo: la Comunitat tiene una treintena de colegios públicos conformados íntegramente por aulas prefabricadas. Además, en 175 se ha detectado la existencia de al menos un módulo de este tipo, que en total suman 1.764 en el territorio valenciano. Y el coste de alquilarlos es más que elevado: 5,5 millones anuales, según los datos que dio Vicent Marzà en su primera comparecencia en Les Corts. Equivalen al precio de un centro de dos líneas.

El conseller de Educación esgrimió las cifras a modo de crítica a la herencia recibida. Y puso algunos ejemplos: habló del IES Playa Flamenca de Orihuela, que en seis años ha generado un gasto de 1,2 millones para arrendar sus 58 módulos, y del Pere María Orts de Benidorm, donde el coste llega a medio millón en cinco ejercicios (22 barracones).

Tras conocerse la situación, la Fete de UGT PV, que anualmente elabora un censo en base a sus propias cifras, alertó de que la realidad casi duplicaba sus previsiones, de ahí que haya instado al Consell a que priorice las actuaciones que permitan acabar con el problema.

Más allá de la crítica política, lo cierto es que la pelota está en el tejado del departamento que dirige Marzà. La intención es elaborar un listado de necesidades con la idea de acabar la legislatura sin alumnos en instalaciones que, al fin y al cabo, son provisionales. En este sentido, las primeras actuaciones en cuanto a infraestructuras se refieren a proyectos ya avanzados a nivel administrativo por los anteriores gestores populares. Eso sí, han sido reiteradas las críticas a las dificultades que se han encontrado.

El plan no será fácil de ejecutar. Además de a las limitaciones presupuestarias, su equipo se enfrenta a la desconfianza (y a las medidas de presión) de quienes han sufrido el problema casi en primera persona: los padres de los alumnos. De hecho, una de las primeras tareas que asumió tras el verano el secretario autonómico, Miquel Soler, a quien compete todo lo relacionado con las infraestructuras educativas, fue visitar numerosos centros con barracones para explicar la situación exacta de las próximas obras y trasladar los nuevos plazos previstos.

«Yo le dije que me gustaría confiar», explicaba ayer, de forma gráfica, el presidente de una de estas Ampas, que saben muy bien lo que se sufre por la seguridad de los hijos cuando llegan temporales como el del lunes. Hay que recordar que la tromba de agua obligó a suspender las clases en una quincena de colegios por las filtraciones. Y muchos eran de barracones. Ayer, sólo el número 5 de Aldaia seguía sin actividad, y fuentes municipales explicaron que la normalidad volverá hoy, una vez revisada completamente la instalación eléctrica.

Los problemas derivados de las lluvias se suman a las dificultades diarias que afrontan estos centros, como la falta de espacio o la carencia de servicios propios de cualquier escuela. A continuación se citan tres casos conocidos, que además de en las complicaciones coinciden en destacar un aspecto positivo: la total implicación de su personal.

Ceip 103 de Valencia. «No se pega nada en las paredes de las aulas»

El colegio de Infantil y Primaria 103, situado en la avenida Baleares, es el único de Valencia ciudad conformado íntegramente por barracones. Inició su andadura en el curso 2009-2010 y desde entonces muchas han sido las promesas sobre la ejecución de las obras. La última, del nuevo ejecutivo, es que las máquinas lleguen antes de que termine 2016. «Después de tantos años hemos agotado la situación de provisionalidad. Cuando llueve fuerte el agua entra a modo de cortinas. Y si caen cuatro gotas se filtra por las paredes. Por eso en las aulas no se pega nada», explica Raquel Lafarga, portavoz del Ampa, en referencia a los habituales carteles o trabajos que decoran las clases de cualquier Ceip.

«En el colegio no tenemos aula de informática ni biblioteca. Y este curso el comedor se nos ha quedado pequeño», explica. De hecho, no pueden aceptar más alumnos que recurran al servicio eventualmente. La solución, también provisional, pasa por la ampliación del centro en un solar anexo cedido por el Ayuntamiento, que además permitirá quitar los barracones en altura.

Nou Pedro Alcázar de Nules. «El curso pasado llegamos a 45 grados en alguna clase»

Pepe Romero, tesorero del Ampa, confía en que su hija pequeña llegue a ver el centro nuevo. Los dos mayores se habrán pasado toda la escolaridad de Infantil y Primaria entre barracones. En su caso la esperanza es fundada. Ya está adjudicada la construcción y se ultima la dirección de obras. «No hay salón de actos, ni biblioteca. Y la sala de profesores se utiliza para las reuniones del Ampa», señala. «El pasado curso, cuando el episodio de altas temperaturas, se llegó a 45 grados en alguna clase, por lo que los alumnos fueron desalojados», añade. El Nou Pedro Alcázar nació con un aulario vinculado a otro centro en el 2007-2008. Al curso siguiente empezó a funcionar como centro propio, pero en instalaciones provisionales.

Ceip Emilio Lluch de Náquera. «El patio cada vez es más pequeño por los barracones»

Eric Gielen, presidente del Ampa, explica que la mitad del alumnado estudia en barracones, que ya han cumplido diez años. Si nada cambia la remodelación del actual edificio y su ampliación se iniciará en Navidades, lo que hará que todo el centro se traslade a un solar donde se habilitarán aulas provisionales. Allí estarán un año y medio. «Mi hija, que cree que su cole es el mejor del mundo, no sabe qué es un aula de música. El gran problema es el espacio. Por ejemplo, el patio cada vez se reduce más para acomodar los barracones», lamenta.

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