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Un geólogo del Igme inspecciona la zona del derrumbe en Cortes de Pallás.
El Instituto Geológico vincula lluvia y perforaciones con el derrumbe de Cortes de Pallás

El Instituto Geológico vincula lluvia y perforaciones con el derrumbe de Cortes de Pallás

Un informe subraya la erosión de la ladera y las vibraciones como circunstancias que aumentaron la inestabilidad

Arturo Checa

Martes, 21 de abril 2015, 21:12

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El primer informe de un organismo oficial, el Instituto Geológico y Minero de España (Igme) -el más especializado en la materia-, sobre lo sucedido el pasado 6 de abril en Cortes de Pallás arroja algo de luz sobre por qué 7.000 metros cúbicos de la ladera de Cortes de Pallás se vinieron abajo cortando la única carretera comarcal de acceso al municipio, sepultando una de las entradas de la central hidroeléctrica y causando heridas leves al vigilante de la instalación. El documento, al que ha tenido acceso LAS PROVINCIAS, establece unas posibles causas "desencadenantes": las "intensas precipitaciones" -hasta 170 litros por metro cuadrado en los seis días previos al corrimiento de tierra- y el "aumento de la humedad en el suelo o presencia de agua en grietas" como consecuencia de esas lluvias.

Esos fueron los detonantes, las circunstancias directamente presentes en el derrumbamiento. Pero en el estudio sobre el terreno realizado por el geólogo Juan Carlos García López-Davalillo (perteneciente al área de Riesgos Geológicos de la unidad del Igme en Valencia) se habla de otras circunstancias que supusieron un caldo de cultivo y "la susceptibilidad de la ladera natural a ser inestable". Un total de seis causas: cinco de ellas relacionadas con las condiciones geológicas del terreno -material fracturado, inclinación de la ladera, contraste de permeabilidad, erosión y tensiones naturales o lajamiento- y otra vinculada a las vibraciones sufridas por la zona en los últimos años.

"El macizo rocoso se ha ido perforando para la creación de dos túneles de la central, así como para la construcción del pantano, lo que ha podido originar vibraciones por las perforaciones que aumentaran las condiciones de inestabilidad en la zona libre de confinamientos, en el talud de la ladera", explica el geólogo autor del informe.

«Extremadamente rápido»

Eso sí, García López-Davalillo puntualiza que "en ningún caso las causas condicionantes (como las vibraciones) desencadenaron el derrumbamiento, entre otras cosas porque los trabajos de perforación finalizaron hace tres años", aunque el estudio sí considera probable que contribuyeran a ello, que fueran "condicionantes" para lo sucedido el pasado 6 de abril.

El examen sobre el terreno del Igme se hace «de oficio», como puntualizan desde el organismo. No se trata de un informe encargado desde la Administración valenciana, sino un informe con el que el Instituto confeccionará una ficha para incluir el derrumbamiento en una Base de Datos de Movimientos del Terreno en España que está siendo elaborada. "El objetivo no es proponer soluciones, ya que es solo un inventario", puntualiza un portavoz del ente nacional.

La información recabada por el Igme constata la velocidad "extremadamente rápida" con la que se movió la tierra aquella tarde. A un ritmo de cinco metros por segundo y una duración de cinco minutos. El estudio describe que el desprendimiento está compuesto por "arenas, areniscas, margas y calizas, todo ello procedente de un bloque de roca "de estructura agrietada".

Las intensas precipitaciones caídas en la semana previa fueron el principal detonante, la circunstancia definitiva que dio al traste con la ladera, tremendamente inestable por la erosión natural, su carácter fragmentado y las vibraciones padecidas por el macizo, como resume en informe. "En una zona fracturada, el agua se va percolando, acumulando en grietas y cavidades, hasta que la columna de agua ejerce una presión" que causa el derrumbamiento, como explica Juan Carlos García.

Tres meses de corte

El informe también incluye los daños constatados durante la visita al escenario de los hechos del especialista. El técnico describe un edificio privado de Iberdrola destruido (la zona en la que se situaba la caseta del vigilante herido y aulas de formación de los trabajadores), 100 metros de la carretera comarcal "con daño estructural" y daños en la infraestructura de la central eléctrica "aún por evaluar".

El miembro del Instituto Geológico y Minero de España incluso lanza un cálculo de lo que puede costar reanudar la comunicación por carretera con el municipio de Cortes de Pallás: "Se estiman al menos tres meses de interrupción del tráfico".

El estudio del Igme califica de "activo reactivado" el estado geológico del macizo de Cortes de Pallás. Es decir, una zona de gran riesgo de movimientos de tierra -como ya constataba el mapa de riesgos geológicos de la conselleria realizado en 1998- a la que un cóctel ha llevado a la situación actual: lluvias abundantes, humedad del subsuelo, vibraciones por las perforaciones y erosión y fragmentación del terreno.

El informe también recoge los costes "por determinar" -aún no cuantificados por el Gobierno valenciano ni por Iberdrola- tras los destrozos causados por el derrumbe.

Según el estudio, se trataría de "costes de emergencia (equipos de rescate, bomberos, Protección Civil...), adecuación de pistas a la localidad por parte de Diputación de Valencia, contratación de la barcaza y construcción de embarcadero, estabilización de la ladera, reparación de la carretera y reparación de la central".

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