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Una estudiante repasa antes de uno de los exámenes de la Selectividad.
La nueva Selectividad se podrá aprobar por partes y a lo largo de varios años

La nueva Selectividad se podrá aprobar por partes y a lo largo de varios años

Los alumnos que suspendan la prueba no tendrán que examinarse de las asignaturas superadas si vuelven a presentarse

Joaquín Batista

Miércoles, 15 de abril 2015, 11:25

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La reválida que incluye la Lomce para poder acceder a la universidad, que se hará tras finalizar 2º de Bachillerato y sustituirá a la actual Selectividad, tendrá un formato flexible, en el sentido de que un alumno podrá aprobar la prueba a lo largo de varios cursos. Así se desprende del borrador normativo que el Ministerio de Educación presentará el próximo día 21 a las comunidades autónomas y que incluye las características de esta evaluación final y de la que se exigirá para continuar los estudios al terminar la Secundaria Obligatoria (ESO).

Exactamente, el texto señala que "no será necesario que se evalúe de nuevo al alumnado que se presente en segundas o sucesivas convocatorias de las materias que haya superado, a no ser que desee elevar su calificación final". Se refiere a los que no consigan sacar adelante la reválida a la primera y también a los que pese a hacerlo prefieran mejorar su nota, por ejemplo, para tener más opciones para entrar en determinadas carreras.

En otras palabras, el que no la apruebe a nivel global -no saque una media de cinco sobre diez- pero sí haya superado algunas de las asignaturas, mantendrá estas calificaciones cuando vuelva a intentarlo, ya sea en una convocatoria extraordinaria o en cursos siguientes. Además, se utilizará el mismo criterio en el caso de la evaluación de la ESO.

Se trata de una diferencia sustancial respecto a las Pruebas de Acceso a la Universidad (PAU) vigentes hoy en día, donde si el estudiante no saca adelante la fase general, que es obligatoria para todos los aspirantes, no tiene más remedio que repetirla en bloque.

No es el único cambio entre la situación actual y el escenario que dibuja la Lomce con sus reválidas. Como informó LAS PROVINCIAS, la evaluación externa de Bachillerato tendrá una composición muy diferente. El borrador señala que incluirá siete asignaturas: cuatro troncales (obligatorias para todos), dos de opción y una específica (que varían en función del itinerario formativo que elige el alumno cuando llega al Bachillerato).

En total el examinado se enfrentará a un máximo de 350 preguntas, a razón de 50 por materia, y los formatos predominantes serán las de elección múltiple con cuatro opciones (tipo test) y las semiconstruidas, que son aquellas que el estudiante completa a partir del enunciado, de un cuadro o de los datos proporcionados. También da la posibilidad de utilizar cuestiones abiertas, que sólo se podrán emplear en aquellas que quieran medir destrezas en expresión oral y escrita. Eso sí, su inclusión no es obligatoria.

La normativa cuenta con otros aspectos llamativos. Quedaba en el aire saber qué pasaba con las personas adultas, aquellas con más de 18 años que se matriculan en centros específicos para sacarse el graduado escolar o el Bachillerato, por ejemplo, para poder presentarse a la Selectividad, pues no se sabía si tendrían que enfrentarse a la reválida ordinaria, la común para todos. El borrador confirma esta idea. Concretamente dice que «las evaluaciones finales serán realizadas de acuerdo con las prescripciones recogidas en este real decreto», aunque es cierto que deja la puerta abierta a «adaptar estas normas», tanto para este tipo de centros como para los que ofrecen formación a distancia.

El documento también regula una manera de conseguir los títulos de ESO y Bachillerato por vías distintas a las reválidas, aunque no está pensada para el alumno ordinario, pues esta opción se articula a través de las pruebas directas, que ya existen en la actualidad y están ideadas para personas que se reenganchan al sistema más allá de la edad de escolarización obligatoria.

En este caso se aplicará un modelo mixto. Por un lado incluirán pruebas adaptadas de las áreas propias de la etapa que diseñará la consejería competente (es la metodología que se utiliza en las escuelas de adultos), y por el otro habrá un examen global para medir la adquisición de competencias, que dependerá completamente del ministerio. Además, este último tendrá que superarse para poder titular.

El borrador también deja claro que los resultados de los centros en las evaluaciones externas tendrán que ser públicos -«serán puestos a disposición de la comunidad educativa»- mediante indicadores comunes y contextualizados en base al índice económico y sociocultural. La información podrá servir a las familias a la hora de elegir centro.

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