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Multa de 1.000 euros a los activistas que asaltaron la central de Cofrentes

Los 16 miembros de Greenpeace eluden la prisión al ser absueltos de desórdenes públicos y lesiones

J. A. MARRAHÍ

Miércoles, 17 de diciembre 2014, 00:04

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El asalto a la Central Nuclear de Cofrentes por parte de 16 activistas de Greenpeace se ha saldado con una multa de 1.000 euros para cada uno de los procesados y una indemnización conjunta de algo más de 2.000 a Iberdrola, empresa gestora de la instalación valenciana.

La sentencia, dictada por la magistrada del juzgado de lo penal 11 de Valencia, condena a los miembros de Greenpeace a seis meses de multa con una cuota diaria de seis euros por un delito de daños durante su irrupción en la central. En su resolución, la magistrada absuelve del delito de daños al fotógrafo que había sido acusado.

Respecto de los delitos de desórdenes públicos y lesiones de los que fueron acusados los activistas por el fiscal, la magistrada entiende que no hay elementos para sostenerlos y les absuelve. El fallo que ayer hizo público el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat (TSJCV) impone una indemnización de 2.200 euros a Iberdrola.

El juicio a los ecologistas se celebró a principios de este mes en la Ciudad de la Justicia de Valencia y estuvo rodeado de fuertes medidas de seguridad para evitar incidentes. Los acusados, que se enfrentaban a penas de dos años y ocho meses de cárcel, trataron de desvincular a la asociación de la organización de la protesta.

Durante su interrogatorio construyeron un relato que difícilmente encaja con la lógica. Por ejemplo, recibir un SMS de un destinatario desconocido y dirigirse a la central nuclear de Cofrentes y, una vez allí, encontrarse las vallas perimetrales agujereadas. Todos subrayaron que ningún participante dio órdenes, que cada uno actuaba libremente.

En esta acción de protesta, según la declaración de los acusados, cada participante actuaba de acuerdo a su criterio. Ilustrador en este sentido resulta el testimonio de Juan Ignacio: «Vi cuerdas y pintura y me dije, esta es la mía». Y se dirigió hacia la torre de refrigeración. Se descolgó desde una altura de 125 metros.

El trayecto de los simpatizantes de Greenpeace hasta la central nuclear de Cofrentes también dejó algún capítulo rocambolesco. «Yo vivo en Mallorca. Cogí un avión y llegué a Madrid. Allí me subí en una furgoneta. No conocía al conductor». Los acusados explicaron que los vigilantes no les ordenaron que abandonaran el lugar, que el personal de seguridad estaba muy nervioso y que incluso sus propios perros se enfrentaban a ellos.

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