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La chica del paraguas

ÓSCAR PICÓ

Domingo, 4 de diciembre 2016, 08:47

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Muchos teníamos fijada la fecha del pasado miércoles en el calendario desde que el azar deparó que el equipo de los Messi, Neymar y compañía visitarían el vetusto Rico Pérez. Nada más lejos de la realidad con los que vinieron, que llevaban el mismo escudo pero poco más. Se esperaba mucho del choque, pero el clásico tres días después, los precios y, sobre todo, la infame hora de las diez de la noche hicieron que el grupo de jugadores con el escudo del FC Barcelona pasara sin pena ni gloria.

Una fecha que quedó marcada para una herculana y foguerera de pro afincada en Fondo Norte y que debe servir para valorar uno de los aspectos más importantes de un estadio como el blanquiazul. A la entrada al campo se disponían los habituales empleados de la seguridad privada del club, a los que se sumaba una buena dotación de policía. Todo ello sin ser considerado el partido de alto riesgo. Y aunque parezca mentira, el día fue lluvioso y la noche pintaba agua. Cuál fue la sorpresa de esta aficionada, y de muchos otros, cuando la seguridad privada no le dejó acceder con su paraguas. Tras mucho conversar con la seguridad y yendo de un policía a otro, tuvo que dejarlo junto a otros paraguas. La sorpresa fue mayúscula cuando al finalizar el encuentro e ir a recogerlo ya no estaba en su sitio. Los amigos de lo ajeno habían actuado. Hay cosas que tienen un valor sentimental por encima de lo material y éste lo tenía.

Pero esto debe ir más allá. La cuestión es que no dejaron acceder muchos paraguas, pero otros sí. De hecho, yo accedí con el mío, incluso tras mostrarlo al empleado tras ver la exposición de paraguas requisados. ¿Por qué esta distinción? Señor Juan Carlos Celdrán, director de seguridad del club, ¿qué seguridad privada tenemos? La misma que deja entrar a algunos aficionados botes de cerveza con alcohol. Nunca pasa nada, hasta que pasa, como se suele decir.

Son cosas que van minando la ilusión de los fieles. Pero, a pesar de todo, la chica del paraguas seguirá sintiendo sus colores. Porque lo que no pueden evitar que entre es el sentimiento. Eso perdurará siempre.

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