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El mejor premio es compartirlo

ÓSCAR PICÓ

Domingo, 27 de noviembre 2016, 11:30

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Parece que en la ciudad ya va siendo hora de que llegue el frío. Poco queda del otoño como tal y se aproxima el invierno. Aunque ya saben que el invierno aquí no es un invierno cualquiera. Once grados consiguen que estas líneas sean escritas bajo una manta, junto a la temperatura que vive en zonas frías y las secuelas de una larga semana. Y todos con unas ganas locas de sacar toda la ropa de abrigo y decir, de una vez por todas, que el frío ya está aquí. Aunque seguro que en unos días los dígitos del termómetro rondarán la veintena. Pero éste es nuestro Alicante.

Son fechas en las que ya empieza a invadirte ese espíritu tan especial que flota en el ambiente, y más cuando ya ves por Maisonnave esos cucuruchos de papel llenos de castañas asadas, aunque soy de los que las prefieren en el sofá en una fría tarde de domingo. Una avenida en la que todo parece grandilocuente, aunque no llegue a los niveles de la Plaza Mayor madrileña. Y, aunque no del todo, ya empieza a oler a Navidad, sobre todo desde que ha aparecido el anuncio de la lotería de este año, emotivo donde los haya. Y es que por una madre, uno hace lo que haga falta.

Poco queda para ver la avenida comercial por excelencia de la ciudad repleta de caminantes en busca de regalos para sus seres queridos. Bueno, eso si no damos otro bandazo y cerramos los comercios los sábados, por ejemplo, porque sea víspera de descanso dominical. Entiéndase la ironía. La plaza del Ayuntamiento ya ha comenzado a notar los primeros síntomas de la Navidad. La pista de hielo será una realidad en breve. Época donde la tradición y la familia aún perduran, a pesar de los espectáculos a los que nos tienen acostumbrados unos cuantos últimamente.

Pero el trasiego de gente por Maisonnave choca con el casco antiguo, donde la fotografía es otra bien distinta. Tranquilidad, sosiego y calma marcan las calles estrechas y sus pequeñas plazas. Contrario también el día a la noche en esta zona. Un Alicante muy distinto el que se observa por Labradores hacia la Plaza del Carmen, o por San Rafael y la calle Toledo, con esas paredes tan peculiares llenas de dibujos y frases escritas en ellas. Diferentes formas para una misma ciudad, la nuestra. Un verdadero premio para los que vivimos en ella. Y como dice aquel anuncio, el mejor premio es compartirlo.

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