La pesadilla del navegante
Una vez más, Tom Hanks acierta en su papel, demostrando que es un actor posibilitado para cualquier empeño, sea comedia o drama
Jaime Crespo
Viernes, 11 de noviembre 2016, 08:04
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Jaime Crespo
Viernes, 11 de noviembre 2016, 08:04
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Han pasado algo más de siete años cuando un avión comercial de la compañía Airways tuvo que amerizar en el río Hudson sin que se registrasen víctimas, lo que convirtió a su piloto en un héroe.
A partir del libro escrito por Chesley 'Sully' Sullenberger, y con Clint Eastwood como realizador, hecho que invita a aproximarse a la gran pantalla para visionarlo, este filme no solamente cuenta la odisea vivida por navegantes, personal de a bordo y pasajeros, sino que nos establece la pesadilla, tanto psicológica como personal, vivida por el comandante de la nave al enfrentarse a una investigación sobre el suceso.
A pesar del milagro que supuso la total salvación de los que iban en el aparato,primaron más las consecuencias económicas del accidente que colocaron al piloto y a su familia en un calvario injusto. La película, con una duración ajustada porque corría peligro de ser reiterativa, narra de forma amena las circunstancias de este proceso de posible culpabilidad.
La narración nos muestra a un aviador con experiencia, mediante dos breves 'flashbacks' referidos a su aprendizaje cuando era joven y, después, pilotando un caza de combate. Mientras se celebra su comparecencia en una comisión de investigación que actúa de forma dura e insistente, dando más crédito a otras posibilidades de haber evitado el incidente aéreo que el riesgo que tomó Sully dirigiéndose al río.
Se superpone, de este modo, la faceta heroica que la sociedad estadounidense manifestó con el protagonista, como así se observa en varias ocasiones, a la cruda presión sufrida por el piloto sometido a las entrevistas de los medios de comunicación, que ya fueron negativos en el modo de dar las noticias al instante de producirse el amerizaje, y a los interrogatorios que van contradiciendo la resolución tomada por éste.
Finalmente, una cuestión de tiempo, unos segundos, dan la razón al comandante al optar por la decisión de intentar posarse sobre el Hudson, en lugar de volver al aeropuerto de La Guardia o a otro más cercano.
Lo interesante del filme es que, además de valorar la actitud de los tripulantes del aparato, nos muestra la certeza de que la tragedia hubiera sido mayor sin la rápida intervención de los ferrys turísticos que hacían su servicio en ese momento, ayudando a los equipos de salvamento. Heroísmo si, pero también una acertada competencia en el salvamento. Una vez más, Tom Hanks acierta en su papel, demostrando que es un actor posibilitado para cualquier empeño, sea comedia o drama.
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