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La conquista del último saladar de la comarca

La conquista del último saladar de la comarca

Un museo aglutina los episodios más destacados como la llegada del Trasvase o la segregación. El espacio recoge la memoria del municipio siglos antes de que se fundara por el Instituto de Colonización

FERNANDO AMAT

Lunes, 24 de octubre 2016, 00:54

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San Isidro es el vivo ejemplo de la perseverancia y de la superación de sus habitantes. A lo largo de varios siglos se intentó sin éxito sacar de esta tierra salina cultivos de valor. Los terrenos pantanosos dieron paso a un proyecto de colonización del hábitat que arrancó en 1956, pero que hasta la llegada del Trasvase Tajo-Segura no se culminó. La historia propia como pueblo independiente se escribe desde su segregación de Albatera, en 1993. Todos los episodios relevantes se guardan en el Museo Histórico Municipal que se ubica dentro de la antigua Casa del Maestro, habilitada recientemente.

La conquista de la última bajura salina de la ribera del Segura convirtió un marjal en tierras productivas en las que ahora se miman granados y verdura ecológica que se venden a buen precio por toda Europa. Atrás quedaron los años duros de posguerra donde al terreno salino se le vertía todavía más agua con alta conductividad, porque no había otra. Muchos colonos abandonaron sus posesiones en busca de otra actividad que no fuera la agricultura. En el siglo XVIII Cavanillas buscó darle un uso distinto al cultivo de barrillas para la sosa, pero sin conseguirlo. Lo intentó un belga a principios del siglo pasado, también sin lograrlo.

Cada episodio histórico se guarda en la renovada vivienda ubicada junto al vetusto colegio, porque ahora los docentes se desplazan hasta el centro desde sus domicilios. La singularidad del municipio le dota de un gran inventario de edificios públicos ya que la construcción artificial de San Isidro dejó esta ventaja: colegios (masculino y femenino), centro social, Ayuntamiento, iglesia y casa parroquial.

Desde el gobierno local se realizan jornadas de puertas abiertas para que las nuevas generaciones conozcan el esfuerzo que sus antepasados hicieron para poner en marcha una sociedad minúscula que tenía que llegar de otras partes de España a sacar partido de unas tierras casi infértiles. El agua del Segura no se podía usar y a los tres años de rendimiento los pozos subterráneos de la Sierra de Callosa se agotaron, dejando paso a agua salina. Verter sal sobre un suelo salino no podía dar frutos. Se proyectó contar con entre tres y seis riegos de agua dulce a lo largo del año pero, finalmente los terrenos los tuteló el Estado.

Solo la apertura del Trasvase Tajo- Segura disolvió el sodio de los saladares. Una vez que la tierra se convirtió en rentable el paso siguiente fue buscar la independencia de Albatera, que fue la otra larga lucha de este comunidad. Este tesón lo encarna el actual alcalde, Damián Sabater, que se implicó tanto que pasó unas horas en el calabozo por detener un tren a su paso por el municipio. Ahora el nuevo paso es la lucha por conseguir una Zona de Actividades Logísticas (ZAL), que acompañe al polígono industrial más grande de la comarca, La Granadina. El municipio y sus vecinos quieren que la línea del AVE sirva para llevar mercancías por las noches y de paso crear empleo.

Esta es la historia actual del municipio, aunque en el memorial se da a conocer lo ocurrido desde siglos antes de su fundación, con las andanzas del Cardenal Belluga o los tejemanejes de los señores de Albatera que arrendaron las tierras para que los saladares dieran algo más que barrillas. De todo ello se da cuenta en un estudio realizado por la Cátedra Loazes de la Universidad de Alicante, que ha tenido como coordinador a su responsable, el catedrático de Geografía Humana Gregorio Canales, quien ha dejado constancia de lo ocurrido en un territorio singular que desde hace apenas unas décadas lleva por nombre San Isidro.

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