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LA LIBRETA GRIS

La ciudad en estado

Gaspar Macià

Domingo, 23 de octubre 2016, 08:51

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-Mayor Strasser: ¿Cuál es su nacionalidad?

-Rick: Soy borracho. (De la película 'Casablanca', 1942).

Bien, pues ya se celebró el debate sobre el estado de la ciudad. Las conclusiones son: que está en buena forma, según el tripartito; manifiestamente mejorable según los representantes de la ciudadanía, y estrepitosamente deplorable según la oposición (menos para Ciudadanos, que esta ni bien ni mal, sino todo lo contrario, gracias a ellos). Se ha tomado el pulso al municipio y hemos visto que, como pasa a veces, tenemos a nuestra disposición varios diagnósticos, desde los que piensan que los achaques se arreglan con un paracetamol hasta los que sostienen que no hay más solución que la cirugía. Las dos largas sesiones en el salón de plenos consistorial tal vez no hayan clarificado mucho las dudas a los numerosos ciudadanos ociosos que las contemplaron (unos 30 con presencia física en el salón, en su mayor parte intervinientes en la sesión, y otros 15 o 16 a través de internet, toda una evidencia del interés que despertó tal ejercicio de transparencia y participación), pero hay que reconocer que fue un debate entretenido, reivindicativo en su primera jornada y político en la segunda. El salón se llenó otra vez, como antaño, de voces en representación de los consejos municipales y el entramado ciudadano. Todos expusieron sus peticiones al equipo de gobierno, cuyos integrantes siguieron con sumo interés las intervenciones, tomando notas sin parar como si fueran a presentarse a algún examen. El alcalde incluso tomaba fotos con su móvil, para inmortalizar el día en que la democracia real, participativa y transparente entró de nuevo en la casa del pueblo. Por el atril de oradores fueron pasando los portavoces de los respectivos colectivos, reclamando desde prosaicos arreglos de aceras, mejoras del transporte y la limpieza o más atención a las pedanías, hasta objetivos de más enjundia y más difícil implementación, como que la mujer participe en las representaciones del Misteri o el regreso de la Dama. En fin, casi nada nuevo, pero que puesto todo así, en fila de a uno, evidenciaba que todavía quedan muchas reivindicaciones ciudadanas por atender. Independientemente de la respuesta de las respectivas concejalías a estas demandas, el hecho más destacable es que se recuperaba una tradición interrumpida durante el 'cuatrienio negro' -alcalde 'dixit'- del gobierno popular. Y es que no tienen estos debates mucho predicamento entre las filas populares. Así lo evidenció el edil Luis Ángel Mateo a través de su perfil en Facebook, el mismo que utilizó para anunciar su dimisión cuando era concejal de Empresa, aunque luego, donde dijo dimisión, dijera 'yo sigo' y tan pancho. Ni corto ni perezoso, alertó a los cuatro vientos del ciberespacio de que todo aquello del debate era puro teatro y que iban los intervinientes con la chuleta que les habían pasado los del equipo de gobierno. «¡Comienza la función!», anunció. Y claro, armó una buena. Mireia Mollà le exigió explicaciones y una retractación pública y notoria, mientras compañeros de bancada del popular se desmarcaban del comentario ante miembros del equipo de gobierno. Carlos González le tiró también de las orejas vía red social y al día siguiente le reprendía de viva voz. Ante tal cúmulo de críticas, Mateo pensó en dimitir de nuevo, pero como la cosa se calmó, siguió a lo suyo. La ilicitana Cristina Martínez no apareció en la primera sesión, porque tenía trabajo (el otro), y aunque asistió el segundo día, siguió muda (lo habitual).

El alcalde abrió el turno de intervenciones de la segunda sesión, y por aquello de que la mejor defensa es un buen ataque, se despachó a gusto. Como apenas suele hablar en los plenos, todo lo más para lanzar expresiones del tipo de «vaya usted acabando» o «le llamo al orden por tercera y última vez», González se explayó de lo lindo. No solo al principio, sino también al final. En total consumió una hora de las cuatro que duró la sesión. Repartió estopa al PP, agradeció a Ciudadanos su oposición constructivo-colaborativa, y ensalzó lo mucho y bien que está trabajando el tripartito, aunque a veces sea una labor abnegada y callada y no trascienda. Lo ratificaron sus socios de gobierno Mollà y JR Pareja, que, de paso, arremetieron también contra los populares. Su portavoz, Mercedes Alonso, advirtió de que estaba cercano el 'apocalipsis tripartítico', que todo iba mal menos lo que dejaron ellos encauzado y recordó la herencia recibida del gobierno de Alejandro Soler y sus esfuerzos titánicos para enderezar el rumbo. A lo que el alcalde, en su corolario a la sesión, respondió que para herencia recibida, la de los populares, que dejaron el pueblo hecho unos zorros, opaco y sin participación. El ciudadano David Caballero explicó, por si no había quedado claro, que si se han hecho algunas cosas ha sido porque ellos han presionado, que si no, la parálisis del gobierno local estaría ya en fase de esclerosis. Proclamó que el 'motor naranja' no cejará en su empeño de mantener la maquinaria municipal funcionando, por si quedaban dudas de quien mueve los hilos del asunto.

Y la guinda a tan participativo debate la puso, cómo no, el alcalde, anunciando solemnemente que si Ikea no se queda en Alicante, le ofrecerá gustosamente terrenos junto a IFA para que se instale, recuperando otra herencia, aunque no la hayan recibido directamente: la del primer centro comercial que se instaló en el término municipal, en ese mismo lugar: el hipermercado Mamut. «¡Ya está Carlos haciéndome otra vez la cama Fjellse!», espetó Echávarri desde lo alto del Benacantil. «¡Si a mí la que me gusta es la Askvoll!». Continuará.

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