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CRÍTICA DE CINE

Cuentos fantásticos

Estamos ante un cineasta que le interesa más el poder de la técnica digital, acorde con los tiempos que vivimos, inmerso en las nuevas tecnologías, que un cine de valores sociales más universales

Jaime Crespo

Sábado, 22 de octubre 2016, 09:14

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A pesar de su corta filmografía, solamente dos largometrajes anteriores, J.A. Bayona se ha convertido en un realizador español de fama internacional. Reputación encabezada por Luis Buñuel, Pedro Almodóvar y Alejandro Amenábar.

En la pequeña pantalla, los dos primeros episodios de la magnífica serie 'Penny Dreadful' se deben a su sello de fantasía terrorífica, episodios construidos a partir de un particular homenaje a toda suerte de criaturas nacidas bajo las plumas de Bram Stoker y Mary Shelley, entre otros escritores.

'Un monstruo viene a verme' es un relato de fantasía, a partir de las pesadillas sufridas por un niño, en ese paso que conduce de la niñez a la adolescencia. El juvenil protagonista soporta acoso escolar, se enfrenta a la posibilidad de la pronta desaparición de su madre, lo que le obligará a vivir con su abuela.

El inmaduro púber, falto del afecto del padre, cierto tiempo ausente del hogar y que solo aparece, y apoya, en pocas ocasiones, no es ajeno al cine fantástico (la contemplación, junto a su madre, de la proyección del clásico 'King Kong' de Schoedsack y Cooper, así lo manifiestan).

Se inventará un monstruo, un hombre-árbol, un tejo, al que le presta voz Liam Neeson en la versión original, que le ayudará a afrontar y resistir sus problemas, especialmente soportar la inevitable falta de la madre, víctima de un carcinoma.

A partir de tres cuentos que el hombre-árbol le narra al chico, ilustrados mediante técnicas de animación, la imagen del monstruo, con apariciones atronadoras, obliga a que las sensaciones que el joven no quiere revelar salgan de la oscuridad a la luz de la evidencia.

Una cuarta historia, contada por el muchacho de forma obligada, establece los valores de este filme, sus momentos más sensibles, donde la muerte, el dolor de la pérdida y la superación del trauma infantil, pueden despertar la congoja del espectador.

La historia, bastante común en su aspecto argumental, permite al realizador de 'Lo imposible' buscar la funcionalidad del cine de espectáculo, muy lícito para el que le guste, donde los efectos especiales, terremotos, derrumbes de iglesias, corrimientos de tierras en el cementerio, son los dueños del metraje.

Estamos ante un cineasta que le interesa más el poder de la técnica digital, acorde con los tiempos que vivimos, inmerso en las nuevas tecnologías, que un cine de valores sociales más universales, aunque el tema de la muerte y la aflicción ante la desaparición de seres queridos esté presente. Su próximo proyecto, 'Jurassic World 2' lo evidencia.

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