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Luis Candela
Sábado, 24 de septiembre 2016, 00:48
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Un tribunal sentó ayer en el banquillo a un acusado de asaltar una casa de campo de Mutxamel para hacerse con un botín de 2.500 euros y joyas. Para perpetrar el golpe, la Fiscalía sostiene que dos miembros de la banda se hicieron pasar por agentes secretos de la Guardia Civil para engañar a los moradores y acceder a la vivienda y allanar el camino al resto de los integrantes de la banda. Sin embargo, el único apresado por estos hechos, ocurridos en 2013, negó su participación ya que, según dijo, se encontraba trabajando «recogiendo naranjas». Por eso, no habría podido intimidar al dueño de la finca y a un amigo que se encontraba con él.
Sin embargo, la Guardia Civil halló restos de ADN en el cordaje con el que maniataron a los asaltados. El abogado defensor del reo, Santiago Talavera, impugnó la prueba al comienzo de la sesión celebrada en la Sección Primera de la Audiencia Provincial debido a la actual jurisprudencia del Supremo que estipula que las muestras han de hacerse con más garantías.
Además, los afectados no pudieron identificar al reo, al que se le concedió la libertad provisional tras el juicio. El anciano dueño de la casa aseguró que «no me parece que fuese él». El hombre indicó que los asaltantes no recurrieron a la violencia pues enseguida les llevó donde tenía el dinero y las joyas. Tan solo oyó un «pégale un tiro en el pie» de un miembro de la banda que obtuvo una reprimenda de otro de los sospechosos. La víctima no ha reclamado indemnización por lo ocurrido, «porque sería gente que necesita el dinero más que yo».
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