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El penado llega custodiado a la Audiencia para el juicio.
Condenan a 25 años de cárcel al hombre que mató y mutiló a su novia en Torremanzanas

Condenan a 25 años de cárcel al hombre que mató y mutiló a su novia en Torremanzanas

La Audiencia sostiene que prolongó sin necesidad el sufrimiento de la joven de 26 años y después «menospreció» el cadáver, al que disparó y clavó un arpón

Luis Candela

Viernes, 2 de octubre 2015, 00:35

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Martín R.S. deberá permanecer entre rejas 25 años y 4 meses. Un jurado popular lo encontró culpable de asesinato con alevosía y ensañamiento con la agravante de parentesco, profanación de cadáveres, tenencia ilícita de armas y daños. Hace casi dos años, el 20 de octubre de 2013, acabó con la vida de su pareja, una muchacha rumana de 26 años a quien destrozó la cara con un hacha y una mancuerna en la finca donde residían de la partida rural del Teix, en Torremanzanas. Ahora, la Audiencia ha concretado la pena para el asesino confeso, que además de los 25 años y cuatro meses de cárcel deberá indemnizar con 250.000 euros a los padres y al hermano de la víctima.

Los miembros del jurado popular declararon al procesado culpable de los delitos por unanimidad. De nada le valieron los intentos por confundirles con un relato «lleno de referencias fantásticas e imaginarias». En su declaración, Martín dijo estar influenciado por un cóctel de drogas, medicamentos y alcohol que llevaron a hacer una narración de lo sucedido plagada de «caballos blancos, rumanos que le agredieron, un perro colgado y otro atravesado por un arpón y luces que aparecían».

El tribunal no le creyó, como tampoco el hecho de que no recordara haber visto a Sorina, la víctima, sino tan solo «un bulto» al que, según admitió, asestó un hachazo. La realidad es que el jurado entendió que en lugar de uno, el hombre propinó a la chica numerosos golpes en la cabeza, «más de los necesarios para causarle la muerte». De ahí que sostengan que el ataque se realizó «con la intención de causarle un padecimiento o sufrimiento innecesario».

No quedó un hueso de la cara sin romper, como explicó uno de los forenses que practicó la autopsia a la joven, que estudiaba en el campus de Alcoy de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV). Su cuerpo fue hallado el 22 de octubre de 2013, sobre las once de la noche, bajo enseres y muebles y cubierto con una planta de marihuana. Recibió los golpes tumbada, sin posibilidad alguna de defenderse, como se desprende de la investigación.

La Guardia Civil acudió a la casa por el testimonio del sospechoso, a quien su padre y su tío dejaron esa tarde en el Hospital de La Vila. Allí, el reo se confesó culpable. Sin embargo, el escenario que los investigadores se encontraron en la finca fue dantesco. La muchacha había sido despojada de un antebrazo y un pie, así como de varias falanges. Además, su pareja le había clavado un arpón en el glúteo y disparado en la zona dorsal, amén de otras atrocidades. Con estos actos solo quiso, según recoge el fallo, «menospreciar el cadáver».

Las confesiones de Martín resultaron clave para los miembros del jurado, que consideran que pasar del verdadero relato de hechos a las fantasías paranoides obedece a un intento de «aparentar una enfermedad mental y justificar así un supuesto estado de enajenación mental en el momento de los hechos». Esta circunstancia le habría permitido eludir la prisión y mantenerse recluido en el psiquiátrico penitenciario.

Sin embargo, las expertas psiquiatras que lo atendieron primero en urgencias, donde ingresó después de que lo encontraran sus padres dos días después del crimen, como la que lo hizo para evaluar su imputabilidad descartaron en el juicio, y en instrucción, cualquier alteración mental.

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