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El presunto asesino llega ayer custodiado y completamente cubierto a la Audiencia.
«La maté en un arrebato y me fui a jugar al dominó»

«La maté en un arrebato y me fui a jugar al dominó»

Un jurado popular juzga en la Audiencia al acusado de asesinar a su compañera de piso hace un año en El Pla de Alicante

Luis Candela

Martes, 27 de enero 2015, 01:47

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Miguel nunca negó que fue el autor de la muerte de la mujer de 47 años de edad con la que compartía piso en el alicantino barrio del Pla hace ahora poco más de un año. Ayer comenzó en la Audiencia Provincial de Alicante el juicio con jurado por estos hechos y el acusado volvió a reconocer que acabó con la vida de Ana María, a la que supuestamente asestó más de una decena de cuchilladas mortales después de haber mantenido horas antes una fuerte discusión. Pese a no esconder ni ante la autoridad policial ni judicial su crimen, el procesado llegó ayer completamente oculto bajo una capucha.

Una vez dentro de la sala y ante la atenta mirada de los miembros del jurado popular que han de enjuiciarle, Miguel L.P., bebedor habitual, no se anduvo con rodeos. «La maté, pero el primero que lo lamento soy yo», indicó, para matizar justo después que si lo hizo fue «en defensa propia» y fruto de un «arrebato». «Se me fue la olla», confesó.

De hecho, Miguel, quien situó los acontecimientos sobre las tres de la tarde del 3 de enero de 2014, aseguró encontrarse después de lo acontecido «como ido», por lo que se bajó al bar a beber y «a jugar al dominó». Poco después volvió al domicilio «a dar la cara», se tomó un bote de pastillas y esperó. Los siguientes en llegar fueron los agentes de la Policía Nacional y las asistencias médicas. Ya nada se pudo hacer por la vida de la mujer, que dejó dos hijos huérfanos, uno de ellos menor de edad.

El Ministerio Público pide por estos hechos una condena de 12 años entre rejas para el acusado, de 66 años. Según sostiene el representante del fiscal, Miguel L.P. se dirigió a la habitación de su víctima y le asestó las cuchilladas mortales en el rostro y en el cuello. Esta sería la última de las disputas que venían manteniendo desde que el procesado se mudó al domicilio que compartían, en el verano de 2014.

El suceso, que comenzó a enjuiciarse ayer, ocurrió en una casa que se alquilaba por habitaciones en la calle Doctor Ayela de la capital alicantina. Un lugar en el que por poco dinero se podía disponer de un techo en el que pasar la noche y comer, amén de mantener los poco saludables hábitos que acostumbraban a llevar algunos de los moradores. Tanto la víctima como su verdugo llevaban tiempo bebiendo importantes cantidades de alcohol a diario, entre otras sustancias.

«Me robó y se cagó en mis muertos», se defendió ayer Miguel, que declaró visiblemente alterado y al borde del enfrentamiento con el representante del fiscal. «En Nochevieja vino con dos hombres y la reprendí por ello, porque el dueño de la casa me dijo que no la dejara hacerlo», continuó el homicida confeso. Así, el día 1 de enero se lo contó al propietario, por lo que se desencadenó una fuerte riña, según dijo. «Nos tuvo que separar y me amenazó con acuchillarme», prosiguió el acusado, quien apuntó que su víctima «era muy aficionada a los cuchillos».

Esta versión presenta notables diferencias con lo que declaró el propio acusado ante el juzgado de instrucción que investigó el caso, ante el que llegó a confesar que él mismo llevó el cuchillo hasta la habitación con el que se ensañó con la mujer. Sin embargo, ayer relató que la víctima lo atacó antes de que él la matase. «Fue un accidente», llegó a asegurar ante la incrédula mirada del Ministerio Fiscal, cuyo representante le preguntó si se trató de un accidente de una docena de cuchilladas. «No sé, se me nubló la mente», fue su única respuesta.

Las acusaciones particulares, que ejercen los dos hijos de la fallecida, cada uno de un padre, van más allá y califican el macabro suceso de asesinato, al entender que Ana María no contó con ninguna opción para poder salvar su vida. Por tanto, se introduciría la alevosía, uno de los supuestos para elevar la tipificación del homicidio.

Antes de la declaración del procesado, las partes instruyeron al jurado sobre por dónde irían sus líneas de acusación o defensa. Mientras el fiscal encargado del juicio y los letrados exponían sus argumentos, Miguel no paró de hacer negativas con la cabeza sobre cómo relataban los hechos. Tanto es así, que en un momento dado la magistrada le llamó la atención al interrumpir a una de las letradas aduciendo que «eso no es cierto, dices mentiras. Ella se levantó y me tiró un cuchillo».

Por su parte, el letrado de la defensa, Miguel Sepúlveda, sostiene la inocencia de su patrocinado, para quien pide la libre absolución. Así, el togado apuntó a que el escenario del crimen es un lugar por el que cada día transitaban muchas personas.

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