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ARTURO CHECA
Domingo, 19 de octubre 2014, 07:29
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Todo el mundo sabe lo que es una bofetada y lo reconoce como una agresión. Para eso, la edad no es un grado. Pero cuando el ataque es psicológico, sibilino y camuflado, muchos menores no lo distinguen. «Para los jóvenes, la agresión física es violencia de género. Todos los estudios constatan que lo reconocen como tal. Pero para muchos, los celos... son amor. El control de conductas, vestidos y amigos... es amor y protección para la mujer. Los insultos son sólo un efecto del enfado.
El aislamiento de los amigos es que me ama y quiere estar siempre conmigo». Y ese falso amor es el caldo de cultivo en el que crece y crece el adolescente maltratador. El abogado y periodista valenciano José Antonio Burriel, presidente de la Asociación No Más Violencia de Género (su web nomasvg.com ha logrado casi 200.000 'alcances' en la red en lo que va de año) describe a la perfección uno de los grandes peligros en los malos tratos entre menores: confundir el maltrato con amor. Y sigue ocurriendo demasiado a menudo, advierten los expertos.
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