Borrar
Urgente Supermercados abiertos este Viernes Santo en Valencia: Horarios especiales
Detención de El Lute en 1966 en Salamanca. :: abc
La violencia criminal de la transición

La violencia criminal de la transición

Juan Antonio Ríos, catedrático de la UA, publica un ensayo sobre la delincuencia

ALFREDO VALENZUELA

Domingo, 14 de septiembre 2014, 01:12

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

La violencia criminal que se desató en los años de la transición, sobre todo entre 1977 y 1984, «resultaría hoy intolerable y sería inaceptable en un contexto europeo», dice Juan Antonio Ríos Carratalá, autor del ensayo 'Quinquis, maderos y picoletos' y catedrático de la Universidad de Alicante (UA).

Fue casi un decenio de «violencia brutal, de casos espeluznantes que ahora nos situarían a la altura de un país como Venezuela», un panorama empeorado por «numerosos casos de corrupción policial; por una policía que no estaba preparada y por un sistema judicial incapaz de afrontar la situación», según explica el autor.

Los protagonistas de los atracos a bancos y joyerías y de los asaltos a plena luz del día, además de la continua sustracción de vehículos y de los robos en plena calle, se convirtieron también en protagonistas de películas -Ríos Carratalá analiza una treintena de filmes- y en héroes para determinadas capas de población.

El autor, que dedica capítulos al Vaquilla, a el Nani, a el Lute y a el Pera -conductor precoz que ha terminado instruyendo a policías y guardias civiles en conducción de riesgo-, asegura que la visión que se ha dado de ellos y de sus peripecias en películas y en alguna novela «está dulcificada».

«La memoria falsea la historia, y la historia oficial que se ha impuesto de aquellos años es la de la Movida, como si del blanco y negro del franquismo se hubiera pasado a los colorines de la Movida sin interrupción», señala Ríos Carratalá, quien asegura que su ensayo trata sobre la cara B de la transición.

«Su vida real no fue tan atractiva», explica el autor sobre los citados delincuentes, quienes, convertidos en personajes por los periodistas, por el cine y hasta por la música, alcanzaron fama y casi prestigio.

En muchos casos fueron periodistas los encargados de escribir sus memorias o su vida fuera de la ley, lo que explica, según el autor, que Juan José Moreno Cuenca, el Vaquilla, contara por escrito: «El carcelero que está de servicio interrumpe mi lectura de Michel Foucault», de ahí que su capítulo merezca el título de «El quinqui que leyó a Michel Foucoult».

Ríos Carratalá también recuerda que en su primer libro, «El Lute», se atrevió a «dialogar con Ortega y Gasset», mientras que de la «presencia abrumadora» de jóvenes delincuentes en el cine de la época resaltan que, aunque la mayor parte de estas cintas no fuesen de gran calidad, poseían «la frescura y la inmediatez de un cine que respondía a otras funciones».

El autor ha constatado igualmente cómo cundió la jerga de los delincuentes, que se apropió del término quinqui cuando los quinquis, los que se dedicaban a la quincalla, ya habían desaparecido hacía años, o las denominaciones de «maderos» y «picoletos» para designar a policías nacionales y guardias civiles, respectivamente.

Ríos Carratalá dedica un epígrafe al caso Almería, protagonizado por guardias civiles y en el que fueron asesinados tres jóvenes al ser confundidos con un comando etarra, porque, recuerda, «cuando se habla de víctimas, no se suele hablar de verdugos» y porque, en ocasiones, los comportamientos de los delincuentes y de los encargados de combatirlos «se parecen peligrosamente».

La bibliografía sobre el asunto, según Ríos Carratalá, catedrático de Literatura Española en la universidad alicantina, no es abundante, «porque esto no se estudia en la universidad», de modo que su principal fuente ha sido la prensa de la época, que ofrece una visión de la realidad «más bestia» que la reflejada por el cine.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios