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«Venganza». Familiares de Lupe Jiménez despiden el féretro, el miércoles, entre gritos de «¡venganza!» y «¡habría que matarlos a todos» (por los Cortiñas Romero). / T. Riviera
El destierro de los Cortiñas
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El destierro de los Cortiñas

Los patriarcas gitanos expulsan de Galicia a los familiares del asesino confeso de Lupe Jiménez. «Así lo ha resuelto nuestra ley para evitar baños de sangre»

DANIEL VIDAL

Sábado, 1 de marzo 2014, 01:48

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Los familiares de José Luis Cortiñas Romero, asesino confeso de su esposa embarazada, Lupe Jiménez, no esperaron a que el consejo de ancianos aplicara la ley gitana. La conocen al dedillo. Hermanos, tíos, primos y sobrinos, marcados para siempre con los apellidos Cortiñas Romero, prepararon cuatro bártulos y salieron de sus casas como alma que lleva el diablo cuando la Policía encontró el martes el cadáver de Lupe, cosido a puñaladas y escondido entre unos matorrales de O Pino, cerca de Santiago de Compostela. «El que tiene culo, tiene miedo», ilustra Sinaí Giménez, presidente de la Sociedad Gitana en Galicia, que ese mismo día comunicó la resolución adoptada sobre el terreno por los patriarcas: «Cualquier familiar del culpable está expulsado de las provincias de Pontevedra y La Coruña, ya que así lo ha resuelto la ley gitana para evitar baños de sangre». Cuenta Giménez que no hubo mucho que debatir: «Solo con mirarse, los ancianos supieron lo que tenían que hacer ante semejante crimen. El primer caso en la historia de España de una mujer gitana asesinada por su marido, también gitano. Algo inconcebible para nuestra cultura. De ahí el dolor y el malestar que existe entre toda la sociedad gitana, que está en contra de este asesino y de todos sus familiares directos».

En estos casos no hace falta burofax o acuse de recibo para trasladar la orden. «La voz corre como la pólvora y en pocas horas lo sabe todo el mundo», explica Sinaí. Para entonces, los familiares de José Luis Cortiñas Romero, entre 50 y 70 personas, ya habían iniciado un éxodo hacia algunas provincias de Castilla y León para evitar inminentes represalias por parte de la familia de Lupe Jiménez. El asesino ingresó en la cárcel de Monterroso (Lugo) y está protegido las 24 horas del día de la ira de los internos de su misma etnia. «¡Pedimos venganza! ¡Habría que matarlos a todos!», clamaban el miércoles en el cementerio los familiares de Lupe, que a sus 37 años deja seis hijos y dos nietos. «La ley gitana no contempla el ojo por ojo -sentencia Sinaí-. Lo que no sabemos es lo que puede pasar si un Jiménez se encuentra con un Cortiñas. Lo más probable es que no se den un abrazo, sino que ocurra otra desgracia. A eso se le puede llamar ojo por ojo o se le puede llamar de otra manera. Yo digo que nadie se imagina por lo que está pasando esta pobre gente».

La expulsión solo se circunscribe a las provincias de Pontevedra y La Coruña para respetar el círculo de la familia de la víctima, pero en el barrio lucense de Abella, donde residía la pareja, tampoco queda ni rastro de los Cortiñas Romero. El destierro lo ha confirmado el propio subdelegado del Gobierno en Lugo, Ramón Carballo.

«El perdón ahora no vale»

«Con la orden de alejamiento también buscamos la protección de la familia del agresor. Pero, ante todo, es una forma de tranquilizar a los familiares de la víctima», insiste Sinaí Giménez, que defiende que esta medida, que los gitanos aplican desde hace más de 200 años, «ha sido copiada después por los jueces con muy buenos resultados para la sociedad».

- Pero este destierro afecta a decenas de personas que quizá no tengan la culpa de lo que hizo José Luis Cortiñas, que incluso quieran pedir perdón...

- El perdón ahora es tarde, no vale. Cuando tuvieron que actuar, no lo hicieron. Lupe no encontró en la familia del marido el apoyo que debe prestar cualquier gitano a la mujer. Para nosotros, los familiares son también asesinos. Es tan culpable el que mata como el que sabe que otro va a matar y no hace nada para impedirlo.

El consejo de ancianos, integrado por unos 15 «gitanos mayores de respeto, hombres de bien que buscan la paz», no ha dictaminado fecha alguna para un hipotético regreso de los Cortiñas. La deportación es 'sine die'. «Tendrán que pasar muchos años para que puedan volver, si es que pueden hacerlo alguna vez. Hay niños de ocho y diez años que han vivido este suceso, que lo van a tener clavado para siempre. Esto no se olvida». Lo saben de sobra cada uno de los Cortiñas Romero.

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