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Un periódico  unido a su ciudad

Un periódico unido a su ciudad

Influyente, pero no influenciable, este diario ha hecho uso, sobre todo, del sentido común para acompañar los anhelos de progreso de los valencianos

F.P. PUCHE

Domingo, 1 de febrero 2015, 00:09

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valencia. Cuando un diario como el nuestro va a cumplir 150 años, procede revisar, entre los secretos que han hecho posible su longevidad, qué ha aportado a la sociedad y a la ciudad en la que nació. ¿Es LAS PROVINCIAS un diario influyente? ¿Ha sido útil a Valencia y sus intereses? Para hacer un balance de lo que ha logrado, más allá de su tarea de contar las noticias de cada día, se hace preciso revisar los grandes cambios de la ciudad y un gran catálogo de afanes y preocupaciones. ¿Qué ha hecho, qué ha conseguido, cuánto ha influido el diario LAS PROVINCIAS en la vida de la ciudad a la que sirve? La conclusión es que el periódico nunca ha sido tibio ni contemplativo: siempre se ha involucrado en el afán de renovación y progreso de una ciudad que, a fin de cuentas, es caja de resonancia de los intereses y anhelos regionales. Desde el monumento a Jaime I al destino del viejo cauce del Turia, desde el primer tranvía hasta el AVE, las huellas del periódico son las mismas que las de la ciudad.

'Nuestro lema será: Menos política; más protección a todos los verdaderos y legítimos intereses sociales'. Esta es una de las principales definiciones de la Redacción de LAS PROVINCIAS en su momento fundacional, en el lejano 1866. Se estaban derribando las murallas y el periódico entendía el anhelo de romper un viejo cerco que había en la medida. Valencia aspiraba a ejercer un liderazgo y el periódico debía propiciarlo. Por eso fue inequívoco en su Manifiesto fundacional. Los intereses de progreso, los anhelos de transformación de la ciudad debían ser acompañados.

Influyente pero no influenciable, LAS PROVINCIAS lleva siglo y medio al servicio de la sociedad valenciana haciendo uso del sentido común, más allá de los intereses de los partidos. 'Nuestro criterio es el modesto criterio del sentido práctico', escribió en 1866. Era normal que Valencia quisiera proyectar un Ensanche al otro lado del cinturón de las murallas, que buscara el progreso y deseara ser una gran ciudad. José Ombuena, en 1966, reflexionó sobre esta cuestión: 'Su positivo pragmatismo no fue, y es bueno aclararlo, fruto de la pequeñez del corazón, sino de la amplitud de la mente'. No era 'habilidoso cálculo', sino convicción de que, al ponerse al lado de los 'verdaderos y legítimos intereses de los valencianos', tendría las manos libres para no estar atado ni al yugo del gobierno ni al de la oposición, y para ejercer su libre crítica a uno u otro.

No hay asunto serio, no hay proyecto de la ciudad en el que LAS PROVINCIAS pueda ser considerado ausente o silencioso. Protestó cuando Valencia fue bombardeada sin miramientos en el curso de la revolución cantonal y fue suspendida su publicación. Durante unas semanas se llamo 'Diario de Valencia' y siguió saliendo a la calle. Después, procuró serenar los ánimos en los días de vértigo de la I República. La Restauración de 1874 fue recibida como un nuevo horizonte, un tiempo de paz en el que la ciudad debía progresar. El periódico informó en 1878 del acuerdo municipal que puso nombre a la plaza de la Reina y apellido a una calle nueva y esperanzadora, la de la Paz.

Emociona encontrar la reseña de la primera exhibición de un teléfono en la Redacción de LAS PROVINCIAS. La terrible epidemia de cólera de 1885, los días de angustia de la Guerra de Cuba y el desastre colonial: todo fue causa de la pasión, no solo informativa, de un diario unido a su ciudad. El periódico, una y otra vez, ejerció de conductor del sentido común, convencido de su criterio fundacional de ser 'la voz de los que callan'. En 1898, el periódico hará frente a una crisis ciudadana singular -el pleito del Ayuntamiento contra la compañía del gas administrada por los sucesores del marqués de Campo- para ponerse al lado de lo que hoy llamamos los consumidores.

¿Cómo se las arregló el redactor de turno, en 1896, para explicar qué era el cine? Explorar la primera inquietud de LAS PROVINCIAS por el paseo al Mar, encontrar la primera reclamación contra su parálisis, obliga a ir a la primera década del siglo XX. El periódico, que se preocupó del pésimo estado de las calles del Cabanyal en cuanto fue anexionado a la ciudad de Valencia (1897) es un catálogo de novedades urbanas diarias. Y el marco de un reporterismo que conmueve: 'El señor Blasco Ibáñez ha publicado una novela.'. 'Ayer hablamos con el señor Sorolla, que estaba pintando en la playa.' Tartanas y tranvías, luz eléctrica y fonógrafos: una Valencia en constante cambio.

Cuando se discutió cuándo comenzaba el siglo XX y cuándo se temió que el Cometa Halley sembrara el espacio de gases tóxicos, LAS PROVINCIAS dio su opinión. Y siempre, un año tras otro, infatigable, pendiente de la cosecha arrocera y sus precios, del alcance de la expansión exportadora de la naranja. Apasionado por todas las novedades técnicas, por los cambios que llegaban de Europa, el periódico dejó siempre a la vista su capacidad de influencia a través de la respetabilidad. La 'cucaracha', la cruel gripe de 1918, mató a cientos de valencianos. El periódico se compadeció de su ciudad y vivió con ella las primeras huelgas revolucionarias.

La ciudad se inquietaba por la guerra de Marruecos y quería modernizar el barrio de Pescadores. Valencia disfrutó de la nueva Estación del Norte, del flamante Mercado de Colón, en compañía de su diario, de LAS PROVINCIAS.

Por eso, décadas después, se puede reconstruir la llegada de múltiples proyectos y aspiraciones valencianas a través de las páginas de LAS PROVINCIAS. En ellas están, indelebles, la larga lucha por el ferrocarril directo Valencia-Madrid y la que mucho después daría Valencia por la autovía N-III. Las secuelas urbanas de la guerra civil, el nacimiento de la avenida del Oeste, los estragos de las crisis económicas que llegan cíclicamente. y la necesidad de que los gobiernos, de cualquier signo, atiendan los intereses valencianos. 'Valencia tiene desgracia en las altas regiones gubernamentales', dice un Manifiesto fundacional que ha sido catecismo para varias generaciones de redactores de LAS PROVINCIAS.

El Mercado Central, la nueva Casa de Correos, la Feria Muestrario en todos sus diversos emplazamientos. El by-pass y el AVE, el palacio de Congresos, el paseo marítimo y el Parque Central, el corredor mediterráneo y un puerto que se consideró estratégico para los intereses generales ya en el siglo XIX. Un año tras otro, el periódico ha acompañado todos los grandes propósitos de Valencia y ha dado la medida de ellos, razonando e informando, trabajando para que se encarrilaran. Y además, unido a una perpetua sensibilidad por la cultura valenciana y sus bellas artes, por la salvación del patrimonio. De no ser así, no estarían muchos edificios modernistas que conocemos; no habría un Museo de Cerámica en el palacio de Dos Aguas o Santa Catalina es posible que no se hubiera salvado de la ruina.

LAS PROVINCIAS ha estado siempre con Valencia, se puede concluir, tanto si observamos las restricciones de luz de la 'pertinaz sequía' o la demanda constante de una solución para el Parque Central. 'LAS PROVINCIAS no defraudó a sus lectores'. Ni calló cuando el túnel de las Grandes Vías arrasó con la Gran Vía de Germanías, ni cuando hubo dudas sobre el resultado del desdoblamiento del puente del Real. Las campañas de LAS PROVINCIAS, incómodas muchas veces para una autoridad que se refugiaba en la censura, invitaron a reflexionar sobre las medidas y los cambios. No siempre se ganaron las batallas; pero el palenque del intercambio de ideas siempre estuvo abierto. La influencia del periódico siempre se dejó ver en el ámbito de la polémica ciudadana.

La explicación hay que encontrarlas en las pulsiones que fluyen entre la calle y el periódico, entre la sociedad y la redacción. El penúltimo ejemplo lo hemos tenido, bien recientemente, cuando, de modo espontáneo, brotó la campaña 'Valencia es mucho más', un grito de rebelión contra la estigmatización de la sociedad valenciana a raíz de la aparición de casos de corrupción. Fue, si se quiere, una vuelta a los orígenes, a los principios de defensa de los 'verdaderos y legítimos intereses de los valencianos' a los que el periódico se comprometió en 1866. Hace siglo y medio.

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